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Tango, el ícono de Buenos Aires

Al caer la noche en la ciudad, el tango despliega toda su sensualidad y su encanto en tanguerías, milongas, cenas shows y espectáculos teatrales de alto impacto. El circuito es amplio y diverso.

Se concentra en su mayoría en los barrios del sur, donde orquestas, cantores y bailarines de primer nivel ofrecen propuestas clásicas y de vanguardia que se acompañan con una exquisita cena auténticamente argentina.

Entre el tango, el asado, las empanadas y el vino se ha instalado un curioso maridaje pleno de placeres. Las parejas de bailarines ensayan pasos dificilísimos, con firuletes, vueltas y saltos, plenos de sensualidad. Los vestuarios son lujosos. Los cantores y las orquestas acompañan de maravillas y aportan glamour a la tanguera noche de Buenos Aires.

Menos conocidas, pero no por ello menos atractivas, son las milongas, en el centro y en los barrios de Almagro, Abasto y Palermo, donde el objetivo es bailar hasta gastar la pista. Lejos del concepto de espectáculo, en las milongas populares todos son protagonistas. Aquí el tango no se contempla, se vive.

En la pista de baile se confunden expertos, aficionados, principiantes y curiosos de todas las edades. Algunas milongas comienzan con clases de baile en las que se aprenden los ocho pasos básicos. Para tomar estas clases hay que llegar temprano.

El tango es una expresión musical y una danza sensual, pero es, también, muchas otras cosas más. Es un lenguaje particular –el lunfardo, una jerga vinculada a la inmigración y a los arrabales porteños-, un modo de vestirse y de andar, una forma de vida.

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