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Complejos de tenis piden cese de restricciones

Por tratarse de un deporte que se disputa en varios países con torneos en simultáneo y con traslados de jugadores por todo el mundo cada semana, el circuito tenístico posiblemente sea una de las últimas actividades en regularizarse. Mientras la pandemia del Covid-19 no esté bajo control, no habrá acción oficial, lo que provoca dificultades de todo tipo para los protagonistas que viven del deporte, además de los jugadores.

Sin embargo, en el plano doméstico, son cada vez más los profesores y entrenadores de complejos privados que están desesperados: se encuentran con que, sin clases, no recaudan dinero. Son uno de los eslabones más débiles de la cadena y están en la lona, desprotegidos, sin ningún nivel de gremialización ni amparo económico. En condiciones normales, cuando llueve o tienen algún problema físico, pierden el día, ahora todo se magnifica. Si como muestra basta un botón, el complejo Davis Club Center, ubicado en el barrio de Caballito, cerró sus puertas el 15 de marzo, cinco días antes de que se decretara oficialmente el aislamiento social, preventivo y obligatorio, por pedido del Gobierno porteño.

Dedicado al alquiler por hora de 4 canchas de tenis a particulares, acumulan 37 días de inactividad y la economía aprieta cada vez un poco más. “Desde marzo no puedo pagar absolutamente nada. Por eso estamos pidiendo un mínimo movimiento, tomando todos los recaudos sanitarios, para poder mantenernos vivos. Tenemos 14 profesores que no están trabajando y que, si no dan clases, no cobran”, manifestó José Luis Ceballos, dueño y profesor del complejo creado por ex-jugadores en 1983, en diálogo con Ámbito Financiero.

Pese a que los ingresos están totalmente cerrados (el alquiler de la cancha oscila entre $600 y $800 la hora según el día y horario), los gastos no ceden: entre alquiler e impuestos suma $180.000, sin contabilizar los servicios de la luz ($25.000), del gas ($6.500), del teléfono ($3.300), de emergencias médicas ($2.000), del seguro del comercio ($4.500) y de los certificados que, mensualmente, les exige el gobierno porteño, que oscilan los $6.000.

Ante la consulta de si recibió algún paliativo por parte del Estado, Ceballos detalló: “El único beneficio al que pudimos acceder por ahora es al de la reducción y postergación de las cargas patronales y contribuciones sociales. Estamos expectantes de que nos otorguen el crédito a tasa cero y del acceso al pago del 50 por ciento del salario para los únicos dos trabajadores en relación de dependencia que tenemos, la recepcionista y el canchero”.

Con estos argumentos, Ceballos apeló a la Cámara de Centros Privados de Tenis para, con un poco más de fuerza, pedirle al Gobierno porteño que consideren a los complejos privados de tenis entre las flexibilizaciones, en una eventual tercera etapa del aislamiento social, preventivo y obligatorio. “Es lógico que el gimnasio esté cerrado, al igual que la cancha de papi fútbol. Mi reclamo va por la actividad del tenis, que podría parcialmente laburar. Nosotros tenemos cuatro canchas y, como máximo, pueden entrar 16 personas en más de 600 metros cuadrados, un espacio suficientemente amplio para mantener la distancia social”, explicó.

A diferencia de los gimnasios, que, en gran medida, se reacomodaron mediante la oferta de clases a distancia a través de diversas plataformas, el tenis no ofrece posibilidades de re-adaptarse. “Es una actividad complicada para sacarla de contexto. No podemos ofrecer tenis de manera virtual, solo nos queda esperar que se acuerden de nosotros cuando le aflojen la cuerda al comercio. La única soga que nos sirve es que nos dejen abrir, extremando los recaudos”, redondeó Ceballos. Por Héctor Torres. Ambito.com

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