Blog / Opinion

En los senderos del sherpa. The Everest Trail Race by The Elements

20-11-2019 - Por Juan Ricardo Ferrero

A poco de llegar por segunda vez en mi vida a Katmandú, Nepal me daría cuenta que la ETR no sería una más. Desniveles técnicos, subidas y bajadas sin fin. A la postre, sería el “mejor argentino” en competición, el clima nos acompañaría con frío y sol; algo muy raro en el Himalaya nepalés. 3, 2, 1 y a vivir un nuevo desafío: la Everest Trail Race 9na. edición, 170 kilómetros, 6 etapas, 26000 metros de desnivel acumulado. La cita entre los días 7 y 19 de Noviembre (2019).

Luego de viajar por más de dos días en mi itinerario de turno -Ezeiza/Londres/Abu Dabi/Katmandú-, llegué al Katmandú Grand Hotel y a un viejo conocido en el barrio de Thamel, Shiva -encargado-, con el mismo saco a cuadros que tenía el año pasado. Ironía del destino. El encuentro con Abdala y Exeni, dos personajes argentinos que darían que hablar a los organizadores y corredores. A dormir, ya que al otro día nos debíamos trasladar -08/11- al hotel de la organización, el Shanker Hotel.

Como estaba fijado al día siguiente, tomamos un taxi y nos fuimos. Las calles de Katmandú son caóticas, se maneja del otro lado, no hay choques, son unos genios. Venta de comida en las calles, todo tipo de negocios le dan un color muy particular. Nada diferente a otras capitales asiáticas que he conocido como Nom Pen (Camboya), Hanói (Vietnam), Bangkok (Tailandia), Deli (India). Caos, más limpias o más modernas están hechas a imagen y semejanza.

El sherpa, no es el habitante de la capital; él vive en la montaña. Están a muchos kilómetros de la gran ciudad. Vive en pueblitos colgados en los Himalayas.

Llegada la acreditación, todo bien. Pero, siempre hay algo: mi saco de dormir, no servía a criterio de Jordi Abad -el Director de la competencia-. “Ferrero, yo lo voy a dejar correr, pero tenga en cuenta que pasará mucho frío”. Y me dije: “... me la juego, ya está”.

Fuimos 5 argentinos en competencia, inusual en lo actual de la Argentina, los otros nombres; Juan Larrañaga (43h 03m 13s), Roxana Del Cid (44h 42m 41s) Ramón Abdala y Nadin Ramón Exeni (no completaron la prueba, abandonaron en la 3 etapa). Nos juntamos, nos conocimos y listo. A vivir la experiencia.

Charla técnica, cena y a dormir. Mi compañero de habitación “Francois”, un francés con buenísima onda; la pasamos genial en los campamentos. Al otro día -09/11- desayuno y al bus: historia aparte, 9 horas de saltos y más saltos; diría más duro que alguna de las etapas.

Llegado al primer campamento, lo de siempre: verificar equipo, hidratar, comer, etc. Todo un proceso, una ceremonia cada día. Levantarse a las 5:00 am, desayunar, 6:30 am retiro de agua y suplementos y a las 7 largar. Todos los días la misma cosa; pero, divertida al fin.
Entre 29 y 32 kilómetros cada día con 4500 de desnivel acumulado, algunas veces más positivos, otras más negativos. La altura, correr entre los 2600 y 4200 m.s.n.m., siempre. Senderos, muy técnicos, lentos. Las vistas, increíbles. El blanco de los ochomiles, y el verde de los árboles que circundan los ríos. Puentes colgantes, burros que llevan y traen todo lo que el sherpa necesita, y ellos mismos llevan en sus espaldas cientos de kilogramos. Impensado, locura para el occidente.

Sensaciones. Competencia. Anécdotas

La ETR, fue una de mis mejores competencias de montaña. La había soñado, la entrené; la viví y la disfruté al fin. Sufrirla, no. Estaba tan bien física y mentalmente, que no sufría sus senderos, la “corrí” y bastante. Estuve a la altura de la competición, y sino estás en forma no llegas. Cada una de sus etapas representaba un desafío, hermosas todas.

La competencia en sí determinaba todos los días subir y bajar. La anécdota: podría decirles que cada día tenía una, es tanto lo que se vive que es difícil recordar cada detalle. Pero, una no se me olvidará jamás. “El Director de la competición Jordi Abad había recalcado que tuviésemos cuidado con los burros; no por malos sino por “burros”. Estos se meten a los puentes colgantes con sus cargas, la pasarán mal sino los respetan en eso”.

...pero como gran “duro”, en un cruce de esos puentes, dije: “me meto, no perderé tiempo con estos burros”. Y así me fue. Les digo, que la pase mal. Al llegar al medio del puente peatonal colgante los burros se me vienen con carga incluida -garrafas- y empiezo a agacharme, me tiraban de un lado al otro. Casi no la contaría; pero, salí ileso al final. El “burro” en esta ocasión fui yo.

Con un tiempo final de 38 horas, 04 minutos, 52 segundos ocupe la 18 posición general y 5 en categoría. El ganador Kulung Rain -Nepal- quién hasta la tercera etapa peleó palmo a palmo con el legendario Miguel Heras -España-, pero que por lesión debió bajar el ritmo y seguir en competición quedando en 4 lugar. Otros protagonistas de la élite: Anna Comet -ganadora en damas-, la brasileña Manuela Vilaseca (2 damas), entre otros con menos nombres pero también de la élite europea.

Otros desafíos vendrán, pero la Everest Trail Race dejará una de tantas “marcas” en mi camino. Agradecimientos: a mi familia, a mi entrenador Marcelo Fabián Villagra de Tucumán (MV Adventure Team), a la marca SOX de Argentina y a todo un gran equipo que me acompaña.

¡Hasta la próxima y gracias a todos por seguirme en estas increíbles locuras!

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